sábado, 25 de febrero de 2012

Amantes

La noche cedía a su encanto y su silencio embriagador,
recorrió nuestro ambiente. Mirando la piedra labrada de alrededor que
reproducía sin pretenderlo a la perfección nuestra inconsciente mente.
Juguetona estaba la brisa, anunciante de un enternecedor desenlace.
Dos amantes que se encuentran, furtivos, ocultos, temerosos.
Sabiendo del peligroso de ese instante.
Falsas divagaciones fluían de tu ser. Eran intentos de que
se captara tu mensaje. Ajena a su real sentido, me perdía entre las dudas y un
resquicio de luz.
Volvías de nuevo en un reintento de comunicación, orando a
ver si había receptor alguno para tal empresa. Pero nada.
Mi intento de
compaginar mi ritmo a tu ritmo se era inútil. Cuando se formulaba una pregunta
en silencio casi peligroso, que nos inundaba, haciendo que nuestra mente
recorriera paisajes ensoñados y no
sacase fruto alguno de su lógica.
Eramos seres poseídos por una fuerza inhumana de atracción.
Incapaces de escapar a esa cadena perpetúa a la que nos veíamos sometidos.
De nuevo se producía
una descarga al cruzar nuestras miradas, mientras evitábamos dejarnos caer.
Presentimientos de algo temeroso empezaron a inundarme, temiéndote incapaz de
cumplir tales acciones pero nada me cercioraba de tal equivocación.
Eras un amante enamorado, no queriendo renunciar a la única
oportunidad de ser amado. Llevarías hasta las últimas consecuencias tu deseo.
No hubo más palabras, ni más preguntas, sólo se oyeron los gemidos de dos
animales poseyéndose. Y la fría y desnuda piedra era la única poseedora de tal
silencio y que tantas veces volvería a presenciar.

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