domingo, 4 de marzo de 2012

Querer y no poder

No podía besarle. Le miraba y admitía que le quería pero ya
no le amaba. Podía acostarse con el pero no hacer el amor. ¿Cómo había llegado
a esa situación? Era una persona excepcional, cariñoso, amable, inteligente,
gran conversador; el hombre que toda mujer querría, menos ella.
Se había metido en un laberinto sin salida. El la seguía
deseando como el primer día, pero ella no. El seguía recordándole cada día que
la amaba, pero ella no. El seguía
reclamando su presencia, pero ella no. El seguí estando a su lado, pero ella se
distanciaba cada vez más.
Quería dejarlo, dejarlo para que el fuese feliz. Una
felicidad que tenía que encontrar con otra. Sabía que no aceptaría. Cuando se
lo plantease haría cualquier cosa para retenerla.
Llevaba mucho tiempo rondando la idea en su cabeza. Le
miraba y no sentía más que una gran amistad. Era duro. Duro tener que
levantarse cada día a su lado, acostarse cada día a su lado y desear que el de
la cama fuese otro, no él.
A veces se preguntaba si era tan idiota para no percatarse
de su cambio, o si era demasiado listo como para no plantearlo. Ya no sabía que
pensar!
Pasaban los meses, las semanas y los días se estaban
haciendo eternos en aquella prisión de la convivencia. Quería desearlo, quería
verle y acosarlo, quería echarse encima y follarle, quería, quería lo que no
podía. Eso era; no podía. Sabía que se había acabado. Lo que no sabía era como
zanjar su conflicto.
Decidió que fuese él. Que él decidiera dar por terminada la
relación. Aquello era peor. El seguía en su estado de relación perfecta, mujer
perfecta, casa perfecta, …., todo perfecto. ¿Qué perfecto ni que tontería? Eso
era lo que le apetecía chillar. Bueno, eso y ¡Tu no te enteras, chaval!. El
miedo a hacerle daño la detenía. Un miedo que también era por el que dirán. Un
lío tenía montado y tenía que deshacerlo de una vez.
Decidió que el tiempo daría la solución más tarde o más
temprano, que fuese más temprano que tarde pensaba. No iba a hacer nada, estaba
demasiado cansada de pensar.
El la buscó como cada día. Un rechazo inicial por parte de
ella, pero como ya estaba resignada terminó accediendo a sus pretensiones. Le
dejó acariciarla, sentir su cuerpo, pero no quería besarlo. Finalmente le
folló, el mejor polvo en tiempos, según él. Según ella, uno más. Cuando terminó
la abrazó, ella sutilmente se escabulló hacía el cuarto de baño.
En aquella soledad empezaron a recorrer por sus mejillas las
lágrimas que tanto había guardado. Intentaba detenerlas, brotaban de forma
irremediable. Sabía que eso era el fin.
Entró en la habitación y con una tranquilidad que ella misma
desconocía tener le dijo que tenían que hablar. Parecía no enterarse de lo que
pasaba. Ella continúo con un discurso
tantas veces había ensayado en silencio. “Lo siento, Te quiero, te
quiero mucho, pero no de la forma que tu quieres que te quiera” Se miraron y el
no dijo nada. Simplemente cerró los ojos y se volvió hacia la pared.
Ella quería abrazarlo, quería consolarlo, quería que no
sufriera. Ella quería, quería desaparecer y empezar de nuevo lejos de allí. Se
había confirmado, se puede querer y no amar, se puede querer y no desear y sino
se desea es mejor dejarlo pasar.

3 comentarios:

  1. Menudo.relato niña, ya entiendo muchas cosas.

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