sábado, 24 de marzo de 2012

Los miedos

Eran bastardos usurpadores
con ingredientes de normalidad.
Tenían una alevosía malvada
que los hacía enigmáticos con identidad.
Con ellos se estremecían mis miedos,
me subían por la garganta
asaltando mi sospecha
incrementada por la distancia.
Era una misteriosa armonía
creando la criatura perfecta,
que se aferraba con certeza al amor.
Disponiendo dosis de serenidad
que encajaban el rompecabezas.
Diseñamos un ser aburrido,
con envidia intuitiva y elemental.
Pero que dejaba tras de si
tremendas y dramáticas secuelas.
Todo era una gran obra,
parte un sortilegio medieval,
Traicionado por su fuerza titánica
Que ahora su frágil cuerpo albergaba.
Aquello era contrariar
el doble sentido de la naturaleza
y el azar de la infinita soledad.
Solo quedaba someterse
a una punzada de dolor.
Dispuesta a plegarse a su rumbo
improvista estaba la bruja adivina.
Pero sabia y sobradamente vieja.
Ocultaba su retorcida interpretación
de aquella pequeña broma infantil
o una insólita velada de libertinaje.

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