Marta me miraba mientras jugaba
con la cucharilla en el pocillo del café. Me hablaba de aquello, de esto, pero
todo bastante banal. Me miraba de forma diferente. Sonreía mientras se retiraba
el pelo de la cara. Si no fuera porque la conocía demasiado bien, pensaría que
quería ligar conmigo. Mirándola deje volar mi imaginación. No estaría mal. Por
qué no? Vamos tonterías de una tarde de café.
La tarde empezó a caer, salimos a
la calle. Llovía como si no hubiese mañana. No teníamos paraguas. Suerte que Marta
vivía relativamente cerca. Corrimos por la acera, como si al correr la lluvia
no nos calase en la ropa. Los portales
valían de cobijo hasta la nueva carrera por no mojarse.
Por fin llegamos al portal de
nuestra salvación. Nuestra ropa parecida salida de la lavadora, empapada era
poco. Según pisábamos los escalones dejábamos gotas de agua como el rastro de
nuestro paso. Entre risas y ruidos de nuestras zapatillas llegamos al piso.
Marta fue directa al baño a sacarse aquella pesada ropa y darse una ducha. Miré a mi alrededor como
buscando un lugar donde poder apoyarme sin hacer mucho estropicio. No encontré
ninguno adecuado. Decidí quitarme la ropa también mientras observaba las curvas
de Marta a través de la mampara. El agua recorría su piel torneada por el sol,
se deslizaba como caricias de un amante celoso. Su melena morena caía sobre sus
hombros mientras ella la enjabonaba con tranquilidad. No se había percatado de
mi presencia y a mi la de ella me
inquietaba y me encantaba.
Me quede mirándola en silencio,
solo interrumpido por el discurrir continuo del agua. No se cual era la razón
pero era la imagen mas maravillosa que había visto en tiempo. Nuestra amistad
era de hacía años, de esas que nacen en la infancia se distancian en la
adolescencia y se retoma en la juventud y perdura hasta la madurez.
Mis pensamientos fueron
interrumpidos por el ruido de la mampara al abrirse, ni me percatara que el
agua cesara. Me vi allí delante de ella, sin ropa. Marta no dijo nada,
simplemente sonrió y me miró con una sonrisa picara y nerviosa. Si no fuese por
la amistad que nos unía podría pensar que aquella situación le estaba gustando,
que lo que veía le encantaba y en cierto modo le atraía. Sin sacar los ojos de
mi figura, agarró la toalla y empezó a secarse.
Sin mediar palabra, abrí de nuevo
la mampara y entré en la bañera, sabiendo que ella me observaba. En el baño
hacía frio, pero la temperatura de mi piel era elevada.
Abrí el grifo y el agua empezó a
caer, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, mojándolo todo.
Mientras el agua no cesaba de
correr, dejé mi mente en blanco. Disfrutar del momento, del instante tranquilo,
de la relajación que me producía aquella ducha.
Pero poco a poco, la imagen de
ella desnuda se apoderó de toda mi mente y no podía borrarla y en el fondo
tampoco quería por muy extraño que me resultase. Podía casi sentirla allí debajo
del agua conmigo, enjabonando mi espalda, lavando mi pelo. Su aliento en mi
cuello. ¡Qué imaginación más poderosa la mía, que me hacía capaz de sentir algo
irreal!
Agarré la esponja, la llené de
jabón y la pasé primero por mis brazos, mi pecho… me pareció rozar con algo. Entreabrí
los ojos y pude apreciar sus manos. Me giré y allí estaba Marta mirándome y de
nuevo sonriendo. Sus dedos dibujaron mis labios, los rozaron. Mi boca los buscaba,
pero los deslizó por mi cuello. Bajaron hasta mis senos, rozando mis pezones
erectos. Disfrutaba jugando a pincelar mi cuerpo con sus dedos.
Sus labios se acercaron despacio
a los míos, sentía su respiración excitada, jugueteó con ellos, los mordisqueó
para terminar besándolos. Beso a beso consiguió una humedad en mi que hasta ese
momento no había experimentado jamás.
Me mostro el camino desconocido
para mi. La ducha era el oasis y en un instante me llevó al paraíso del deseo y
la pasión. Nunca había probado un manjar como aquel, una fruta tan sabrosa. Nunca
me imaginé cruzando la línea de la amistad para convertirla en un gran ardor de
lujuria.
Lo que allí pasó no podría
describirlo con palabras, sin dejar de humedecer todos mis sentidos. Quedará grabado
en mi memoria que alguna vez que otra suelo recordar.
Después de la locura llegó la
calma. Llenamos la bañera y nos sentamos. Sus piernas entrelazadas en mi
cintura, yo apoyada en sus pechos, sus manos rozando los míos. No se pronunció
palabra, solo disfrutamos del momento. No recuerdo el tiempo que pasamos allí metidas,
al salir la piel arrugada y el agua fría.
Nos reíamos nerviosas mientras
nos íbamos secando, pero el pudor lo perdimos y se había ido por el desagüe.
Me dejó ropa seca, me vestí y
ella seguía mirándome con la misma mirada picarona. No dije nada y acabé por ponerme el pantalón. La noté
extrañada y sorprendida por mi silencio pero tampoco dijo nada.
Nos sentamos en el sofá, encendió
la tele y movía inquieta el mando. Con la excusa de fumar salí a la terraza. Necesitaba
aire fresco, asentar las ideas.
Busqué el mechero en el bolsillo,
acerqué la llama al cigarrillo. Lo encendí y le di una profunda calada. Expulsé
el humo con fuerza como parte de mi liberación. Y allí apoyada en la barandilla
de la terraza, sintiéndome observada por Marta, sonreí con una mirada picarona
y nerviosa.
plas plas plas plas plas plas (unos aplausos dicen mejor que mis palabras lo que hay que decir)
ResponderEliminarSensualidad,deseo maliciosamente descrito.Modulas el increscendo magistralmente.Pequeñosgestos,acciones sin importancia crean la tension adecuada:Tu sabes como ir narrando para que la excitacion planee y llegue a su culmen.Y en ese momento describes de maravilla el sexo,nunca soez y explicito,suave y delicado,se huele,se siente,se palpa....Y un final contemplativo donde dejas todo abierto,maravilloso cierre picaro
ResponderEliminarbonito y sensual relato, ya lo creo. Se trabaron las lenguas, sí. Enhorabuena.
ResponderEliminarsaludos blogueros
...y que la imaginación vuele. Maravilloso y superexcitante.
ResponderEliminarBicos!
Muy bonito... y eso que parecía otra cosa (pero con las amigas no se hace eso... que luego dejan de serlo!!)
ResponderEliminarBesos!
Relato sensual expresado con un tinte erótico. Picardía poética. Me ha gustado.
ResponderEliminarDi que si....nunca se sabe cuando se cruzara una barrera...pasar de la amistad a lo otro...y con el mismo sexo...doble reto...muy buen relato licorcillo ne picas. .ganas de escribjr que me entran. ..
ResponderEliminarHay veces que las palabras dejan de serlo para hacerse imágenes en nuestra retina envolviéndonos en la magia de lo que leemos. Sensualidad y exquisited en estado puro. Me ha encantado la historia y la forma de escribirlo. ;-)
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