domingo, 30 de diciembre de 2012

Un inicio o un final



La luz entraba por la ventana e iluminaba toda la habitación. Poco a poco me fui despertando. Abrí los ojos y miré al techo. Mi mirada recorrió la estancia intentando ubicarme. Poco a poco vinieron a mi mente la noche anterior. Difícilmente la olvidaría en mucho tiempo. Le escuche respirar y me giré hacia él. Allí estaba Sergio, durmiendo plácidamente. Durante unos minutos le observé. Tan tranquilo, respiración pausada y una leve sonrisa en sus labios.

Por un momento, tuve el impulso de despertarle, de continuar lo que había empezado la noche anterior, pero no lo hice. Disfrute de aquella imagen en silencio, sellándola en mi retina para no olvidarla jamás.

Pasé mi mano suavemente por su pelo negro, acaricié sus mejillas y rocé sus labios con la punta de mis dedos. En mi rostro se dibujó una sonrisa agridulce. Los pensamientos sobre lo que hacer se alborotaban en mi cabeza. Si me vestía y me iba, seguramente no habría una segunda vez. Y si me quedaba me enamoraría de aquel hombre que me había hechizado con su  mirada y su sonrisa, y mas cosas que no era el momento de recordar porque terminaría despertándolo y repitiendo la noche anterior.

Decidí levantarme y sin mover mucho las sábanas me fui retirando, aunque no pude evitar echar un vistazo a lo que había bajo ellas, sonreí picaronamente.

De puntillas por la habitación fui recogiendo mis cosas, estaban esparcidas, los tacones uno en cada esquina, las medias,…. Metí las cosas de cualquier manera y cerré la maleta. Y sin apenas dejar rastro de mí más que en su piel, abrí la puerta y salí de la habitación.

En el ascensor no pude evitar mirar mi reflejo en el espejo, mi rostro tenía un brillo especial y la sonrisa seguía en  mis labios sin desdibujarse. Pero no había vuelta atrás.

El recepcionista entretenido detrás del mostrador ni me miraba, me  acerqué y acerté a decir;

-Un sobre, un folio y un bolígrafo, por favor.

Salí del hotel después de dejar la nota y con la maleta llena de sensaciones contradictorias. Quería quedarme pero no tenía el valor suficiente. Ya sentada al volante decidí iniciar el regreso. Tenía un par de horas para asentar las ideas en soledad.

Según recorría kilómetros la sensación de que me alejaba de mi misma me invadía cada vez más. Era una opresión que  se apoderaba de mi alma. Conduje casi sin prestar atención, ni a la carretera ni a los letreros, mi mente estaba ocupada en otros menesteres.  Después de casi dos horas desperté de mi ensimismamiento y paré el coche.

No estaba en mi cuidad, no eran mis calles, pero todo me era terriblemente familiar. Decidí  arrancar de nuevo. El coche no quería ponerse en marcha.  Era lo que me faltaba. Intento uno, nada. Intento dos, nada. Intento tres, nada….. me impacienté. Baje del coche, encendí un pitillo y busqué calma. No sabía que hacía allí y encima el coche así.

De repente entendí el lugar, las casualidades….

Caminando por la calle venía Sergio, desde lejos me vio. Clavó su mirada en mi, no la apartaba y yo la mantenía. Mi nerviosismo aumentaba y por primera vez sentí las mariposas en el estomago.

A dos metros de mi, entre curiosidad, sorpresa y seguridad me preguntó:

-Qué haces tu aquí?

-Vine para quedarme- balbuceé sin apartar la mirada.

Sonrió con la mirada, se acercó y me besó. Las palabras ya sobraban.

2 comentarios:

  1. Entré por el nombre del blog... una frase que yo utilizo mucho y no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho.
    Lástima que sea del año pasado... Venga, anímate y sigue...

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  2. En el momento de publicarlo, he visto que hay varios de este año... disculpa mi precipitación... :(

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